Capítulo I
Graznidos de Cuervos
Bardin Goreksson llevaba toda la noche despierto vigilando
la llanura que se extendía frente a la Puerta Este desde lo alto de su bastión.
Todo estaba tranquilo, silencioso, las montañas se desperezaban con los
primeros rayos del sol que iban resbalando por las laderas de los ocho colosos
que le daban nombre a la fortaleza.
Golpeó con las botas la piedra del suelo para espantar el
entumecimiento provocado por la larga vigilia y el frío reinante en el segundo
mes del año. Inspiró profundamente llenando los pulmones de gélido aire para
poco a poco ir soltándolo. El frío le hacía sentir vivo.
Algo le pasó volando sobre su cabeza, un pájaro, un cuervo.
El pájaro de plumas negras se posó en un saliente rocoso cercano, plumas
negras, pico negro, ojos negros. Goreksson era un guerrero de su clan, durante
décadas había luchado y sobrevivido a lo largo de las montañas que dividían el
Viejo Mundo, Orcos, Skavens y otras alimañas habían probado el filo de su
hacha, y no pocas cicatrices surcaban su curtida piel. Su experiencia le había
enseñado que muchos festines de buitres habían comenzado con un simple graznido
de un cuervo.
Los cuervos acompañaban de forma inseparable a los
ejércitos, criaturas oportunistas, que no desaprovechaban la oportunidad de
alimentarse de la fría carne de los cadáveres… o de los moribundos. Miró al
pájaro deseando que permaneciese en silencio. Durante unos instantes el mundo
parecía haberse parado, el silencio solo se veía alterado por el ulular del
viento frío que descendía desde las blancas cumbres cubiertas con nieve. El
cuervo inclinó la cabeza y Goreksson de manera instintiva la inclinó también
mirando los ojos negros de la criatura que parecían destilar una maligna
inteligencia. El ave alzó la cabeza y emitió un único y sonoro graznido que
resonó en un interminable eco amplificado por las frías paredes rocosas de las
montañas.
Goreksson respiró profundamente de nuevo, cerró los ojos y
poco a poco los fue abriendo mientras fijaba su mirada en el lejano paso de
montaña, sobre el cielo un pequeño jirón negro se movía en círculos sobre un punto,
sabía perfectamente que era una bandada de aquellos pajarracos negros que no
presagiaban nada bueno, y de nuevo pensó – muchos festines de buitres
comienzan con un simple graznido de cuervo…
¿Qué facción será capaz de alcanzar el vado del Río Sangriento para abrirse paso hacia el desfiladero que conduce a la antigua fortaleza enana y así conseguir ventaja sobre sus rivales?
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